Un día vino la abuela a mi casa y trajo galletas de tarro, Royal Dansk era la marca. Todos comimos felices y las disfrutamos como nunca, mi madre era la más feliz por este pequeño regalo que hizo mi abuela para ese almuerzo de día Domingo.
Para mi madre ese tarro de galletas era algo más valioso todavía, pero para mí solo era un pedazo de metal con tapa. Hace poco, después de un tiempo, descubrí lo importante que podía ser, fue un día en que descubrí que mi madre tenía el mismo envase de galletas escondido en su pieza, y cuando me las quise comer, metí la mano tan rápido que me perfore el dedo con una aguja de coser.