La narración creada por el uruguayo trata sobre Armando, un hombre normal, que en el principio del cuento se relata un poco de él: “leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta”, y donde se explica que tenía una diferencia con los demás, que era que tenía un “Otro yo”. A Armando no le gustaba la faceta que tenía su “Otro yo”, pues era más sentimental, y le generaba cierta incomodidad, él quería ser vulgar con sus amigos y siendo “melancólico“ (la forma en que el cuento se refiera hacia esta identidad), no se lo permitía. Con esto, se puede aclarar la dualidad existente entre las personalidades, las cuales se encontraban separadas, con diferencias hasta con la forma de ver el mundo, aunque con un aspecto dependiente, debido a que ambas eran parte de Armando. La sensibilidad que poseía el “Otro Yo” se ve reflejada cuando escucha una melodía de Mozart, se queda dormido, pero al despertar llora por emoción. Esto le genera gran enojo a Armando “vulgar”, provocando que lo insulte y posteriormente, el suicidio del “melancólico”. Esta acción en sí mismo genera un conflicto en la esencia de la historia, se cuestiona la consciencia que tiene el personaje frente a esta dualidad de personalidades. Armando se encontraba con un “duro golpe por la muerte” pero después se recupera al pensar que va a poder ser vulgar. Luego, al pasar frente a sus amigos, no le reconocieron y se les escuchó comentar “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable”. De aquí se desprenden dos interpretaciones. Por una parte, se entiende que esta autonomía que adquiere Armando, a consecuencia del suicidio, provoca que pierda una esencia en su forma de ser, que no le permite ser quien verdaderamente es. Por esto, sus amigos “pasan de largo”, ya que, Armando finalmente cambia a su forma vulgar, que es la que quería, pero no era en el fondo la identidad con la que formó sus amistades. Por otra parte, se puede entender que el suicidio del “Otro Yo”, es el mismo Armando quien se quita la vida, ya que esta persona al no ser consciente de estas dos personalidades que lo conforman, al eliminar una, se terminará eliminando a sí mismo. Esto explicaría el por qué sus amigos no lo reconocieron y dijeron lo que dijeron. Además, es fundamental repasar el hecho de ser vulgar para Armando. La sensibilidad representada por el “Otro Yo” es foco del porqué le incomodaba, preocupaba y no dejaba ser vulgar al personaje. Esto se puede aclarar con el contexto del autor, quien creció en una época machista, y la idea de la sensibilidad en los hombres, no era bien vista por la sociedad. Existían bastantes estereotipos, como por ejemplo, que los hombres no lloran, cosa que sí pasa con el “Otro Yo” al escuchar la melodía de Mozart, como fue mencionado anteriormente. Por lo que, la masculinidad se hace presente para Armando. En conclusión, el reconocido uruguayo Mario Benedetti, nos entrega un cuento breve que, al mismo tiempo, es profundo y nos entrega mucho de qué hablar, interpretar, y analizar. La capacidad de la historia y la forma del relato, nos hace cuestionar una consciencia de una persona corriente, normal, como la definía Benedetti. También, genera la idea de las distintas personalidades que tenemos y de cómo nos relacionamos con otros. En el fondo, ¿Realmente somos quiénes queremos ser, frente a nuestros amigos/familiares? ¿O tenemos otra personalidad al relacionarnos con ellos?. La dualidad generada, y el final, donde el “Otro Yo” se quita la vida, dan mucho que pensar sobre nuestro día a día y sobre qué realmente pasó con Armando. Es por esto, que invitamos a leer este corto cuento que puede entregar mucho.