La vida es un juego


    Jorge era un niño como cualquiera: le gustaba leer, ver películas y jugar con sus amigos. Ellos siempre jugaban un juego de mesa donde cada jugador se iba eliminando con el transcurso de este. Se juntaban siempre en las tardes a jugar, a veces iban a la casa de Jorge y así se iban turnando entre todos. Los niños realmente se sentían sus personajes. Ganar era una felicidad inexplicable. Cualquiera sea el resultado, desembocaba en una pelea que duraba días e incluso semanas. Sin embargo, jugar era más importante para ellos que sus diferencias. Un día sin jugar, significaba un día perdido.

    Fue un día en que Jorge, con ansias, esperaba esa tarde de juegos al igual que sus amigos. Estaban muy emocionados. Cuando partió el juego todos estaban nerviosos por saber quién podía ser el ganador y quiénes serían los asesinados, después de unas horas el juego se iba poniendo cada vez más intenso. Ya había algunos perdedores pero Jorge seguía peleando por el título. Lamentablemente no ganó, y a partir de ese día no vivió más, encontraron muertos a todos sus amigos, menos al ganador.